09 marzo 2010

Sociología novelada

Tierra raya

Antonio Trinidad

Editorial Paréntesis, 2010

ISBN: 978-84-991-9063-1

173 páginas.

13 euros.




Juan Carlos Sierra

Hagamos las presentaciones. Aquí Antònio Trinidad, autor recién llegado al mundo de los libros impresos –aunque escritor desde siempre- con una primera novela, Tierra raya, que no desmerece a las segundas, terceras o cuartas de otros novelistas consagrados. Aquí sus lectores presentes y futuros.

Una vez que hemos repartido besos y apretones de manos, según marcan las normas de cortesía de nuestra sociedad, presentemos a sus personajes. Se llaman, principalmente, Gonzalo y Antonia, que actúan de narradores alternativos a lo largo de las 47 secciones, capítulos o como quiera llamarse a los segmentos en que está estructurada la novela; pero también se llaman Julián y Toñi, los novios, Basilio, el temible cabo de la guardia civil de los tiempos del dictador, Juan Chota, el taxista sin escrúpulos que intenta comerle terreno en el negocio a Julián, su futuro yerno, Mª Victoria y Marifé, las hijas de Antonia y Basilio, Marieta, la mujer de Gonzalo, los hermanos de Antonia... En definitiva, un espectro familiar complejo, como todas las familias, enclavado en la Extremadura del franquismo y del euro, de la dictadura y de la democracia, de los estrechos códigos familiares rurales y del desapego generacional urbano y posmoderno.

Como reza la contraportada del libro, el hecho que da pie a toda la novela es una boda, la de Julián y Toñi. Y quizá nada mejor que una celebración de este tipo, con su debe y haber en la contabilidad de los compromisos sociales y las esclavitudes familiares, para poner sobre el tapete de la narración el conflicto generacional que recorre toda la novela, que no es otro que el abismo abierto entre los miembros de las familias de un país que ha pasado en muy pocos años de la pobreza al estado del bienestar, de la moral del nacionalcatolicismo a las parejas de hecho y, sobre todo, del complejo de inferioridad asociado al analfabetismo a la generación de los universitarios de pueblo con beca.

Más allá de este conflicto, Tierra raya puede leerse como una suerte de ensayo sociológico de ese país, que evidentemente es España. La virtud principal del estreno editorial de Antònio Trinidad es que, como ya hiciera Luis García Montero con su biografía novelada de Ángel González, en vez de elegir el camino más trillado y menos amable del género ensayístico, ha optado por transformarlo en novela, por contárnoslo al oído, por acercárnoslo con una anécdota, la boda de Julián y Toñi, que estrecha el espacio entre el lector y la materia narrativa. De ahí lo absorbente de la novela, que además provoca en el lector una mezcla muy particular de sentimientos: la añoranza por la pérdida de una humilde infancia rural –o de barrio- y el rechazo a la hipocresía de aquellas relaciones sociales y familiares viciadas por los rumores, los chismes, los corrillos y los prejuicios.

Todo este entramado narrativo y sociológico resultaría hueco si no estuviera avalado por una prosa vigorosa y muy personal, por una estructura bien engarzada, sin cabos sueltos, por un notable dominio del lenguaje, en el que destaca de manera sobresaliente la naturalidad con que maneja Antònio Trinidad los registros que le vienen bien a cada personaje. El lenguaje, como un reloj suizo, marca los tiempos exactos del desnivel generacional entre lo rural y lo urbano, las horas en punto de quienes se quedaron anclados en el pasado rural antedemocrático y de los que salieron del pueblo y sólo vuelven para asistir, como extraños, a la boda de un familiar.

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