03 marzo 2010

Recuerdos de una vida entre papeles

Obra periodística I. 1960 – 1973. La construcción del columnista.

Manuel Vázquez Montalbán

Debate, 2010

ISBN: 9788483068557

522 páginas

26,90 €

Prólogo, selección y notas de Francesc Salgado.


Rafael Suárez Plácido

si acaso
en las cálidas tardes con principiante trompeta
como fondo melódico
tu mano de profesora culta
dividió mi mundo proletario
saber o no saber

Estos versos del poema “In memoriam”, que un jovencísimo Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939) dedica “A una profesora de Historia” son la primera aproximación a las razones de su mundo que conozco: un mundo proletario que alguien, aceptemos la anécdota del poema como cierta, una profesora culta de Historia, divide en dos: saber o no saber. De ahí parte una biografía dedicada a saber más y también a luchar por lo que considera justo. De ahí y de unos padres del bando vencido que sufrieron todos los rigores de esa condición.

Efectivamente, escogió saber y escribir. Su obra es amplísima y abarca casi todos los géneros: novela, relato, ensayo, poesía, y el germen de todos ellos: el periodismo. La editorial Debate y Francesc Salgado entregan este volumen, primero de una serie, con un corpus representativo de su obra periodística. De los textos que aquí se presentan hay que destacar que ya existen varias ediciones de Crónica Sentimental de España (Lumen, 1971, la última en Debolsillo, 2003) y que en 2008 se hizo una edición, de Jack el Decorador, que recoge los artículos que publicó en las páginas de la revista Hogares Modernos, en 1969. Pero el resto de los textos no estaban disponibles hasta el momento. El libro se divide en cuatro partes:

La primera es “El debut en la prensa falangista (1960 – 1962)”, debut que ocurrió con veintiún años. Pero es que el segundo texto que tenemos (“Kennedy – Johnson por el Partido Demócrata”) nos da en pocas páginas una semblanza de un Kennedy (J. F.) que acaba de ser elegido candidato a la presidencia de los Estados Unidos por su partido. Nos ofrece las claves de su elección y posterior, y previsible, mandato, tanto en política interior como exterior, con una dignidad y un conocimiento que hoy día conozco en pocos periodistas. Y todo con tan sólo veintiún años.

Estos años escribió para dos órganos del movimiento (todos los periódicos lo eran entonces): El Español y Solidaridad Nacional. Como ya estaba afiliado en el PSUC, ya vinieron las primeras sospechas y problemas desde ambos lados.

Sus entrevistas a escritores o personajes de la cultura ya eran de lo mejor: Cela, Marsé (tras su primer libro), Lara (que luego iba a ser su editor, pero no se salva de su afilada ironía) y una jovencísima poetisa que destacaba entonces tras haber publicado dos libros: Natalia Figueroa.
La segunda parte es “Periodista y ex convicto (1963 – 1968)”. En 1963 sale de la cárcel por su participación en actos contra el régimen, y tiene más dificultades para publicar. Lo hace en Siglo 20, que codirige desde 1965, donde firma artículos de política internacional. O en la ya mencionada Hogares Modernos, donde prácticamente es redactor único y donde nace el seudónimo Jack el Decorador.

Quizá fue una época de transición, la menos interesante en su obra periodística. Pero no olvidemos que fue cuando publicó Informe sobre la información (1966) y sus primeros libros de poemas, que gestó en la cárcel.

El tercer período abarca el éxito con sus artículos en Triunfo: “La eclosión profesional (1969 – 1970)”. Y es curioso, porque ya en 1969 publicó un texto sobre el libro objeto que bien podría haberse escrito hoy. Esta tercera época está marcada por la “Crónica Sentimental de España”, uno de los mejores textos periodísticos que se han publicado en este país. Cinco capítulos en los que habla de España, desde un punto de vista muy personal y en los que, como ya había hecho en su poesía, iguala la tradición culta, con la de la más popular (como ya habían hecho Sontag y Eco, entre otros, pero aún no se había hecho en España). Es cierto que el neo-popularismo es algo semejante, pero hablamos de poesía. En España hay algún precedente, pero tendríamos que hablar, ni más ni menos, que de Rafael Cansinos. Borges y Cortázar ya lo hicieron en nuestra lengua, pero ni llegaron tan lejos, ni son españoles. La música popular, los anuncios, el cine, el fútbol… daban respuesta a los grandes interrogantes del español que veía cómo la situación no deseada se eternizaba, y no tenía demasiada pinta de ir a mejorar.

Un interesante artículo de esta época es “Jaime Gil de Biedma se jubila a sí mismo”, que publica a raíz de la noticia que da el poeta de su retirada de la poesía. Allí leemos:

“A la poesía sincera le ocurre lo que a la ideológica, sólo es buena si no parece sincera.” No sé qué pensarán de esto algunos amigos. Pero continúa: “De todas las trampas que comete Jaime Gil de Biedma en Poemas Póstumos, la más fresca es la de su falsa muerte: Yo me salvé escribiendo / después de la muerte de Jaime Gil de Biedma.”

La última parte en que se divide el libro es la más amplia, aunque recoge de textos de sólo tres años: “La eclosión del columnista (1971 – 1973)”. Y se abre con un texto en el que se niega la existencia de la “gauche divine”. La ironía es siempre en Vázquez Montalbán su ingrediente principal. Aquí también lo es. No abandona ni Hogares Modernos, ni Triunfo, donde publica una columna, “La capilla sixtina”, que firma como Sixto Cámara. Este sí es ya el columnista que voy a leer durante años, todos los lunes, en El País. El columnista que más me ha interesado siempre, junto a Haro Tecglen y unos pocos más. Pero recuerdo, cuando era pequeño, los ejemplares de Triunfo y Hermano Lobo (donde escribía Manuel Vázquez Montalbán) en la mesa de mi padre, y me pierdo entre ellos…

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